"Oh lala" Parte 3
"La pista de baile"
Había un personaje en aquellos tiempos gloriosos del Oh lala, al que solo conocimos como el "Sr. Bacali".
"Bacali" era una muy conocida marca de baterías para carro, como hoy puede ser LTH por ejemplo. Y ese apodo del Sr. Bacali se lo ganó a pulso; ya que era especialista en robarse las baterías para carro, carro que le gustaba, carro que dejaba sin su "Bacali". Este sujeto era un tanto introvertido y sus facultades mentales no eran todas "normales" era en fin un poco idiota; pero eso si, muy propio, que su vestir, siempre invariablemente de traje.
Cuando yo me iba o cerrábamos el bar, él llegaba a dormir, si, a dormir. Una vez platicando con él ya casi para retirarme, el agua del baño de las mujeres empieza a tirarse.
- ¡Bacali! ¡Cierra la llave por favor!
- Ok. Contestó
Minutos después fue en el baño de los hombres donde empezó a tirarse el agua.
- ¡Bacali! ¡Ahora cierra la del otro baño!
- ¡Ok! Contestó.
- ¡Gracias! Bacali.
- ¡¿Bacali no viste donde dejé la aspiradora?!
- Yo creo que en la pista de baile, allí aparece todo lo que pierdo.
Me asomé a la pista y sí, allí estaba recargada en la columna del sonido la aspiradora - Terminé de aspirar, barrer, sacudir etc. y mi bote de la basura no lo encontré en su lugar, le iba a preguntar al "Sr. Bacali" pero preferí ir a la pista y si, allí estaba mi bote.
- Bacali, ¿Cómo le haces para poder dormir aquí dentro del Oh lala?
-Mira. me contestó - Escojo el lugar donde me voy a dormir - me acuesto, me tapo completamente la cabeza y todo y me vale si se tira el agua, si se cae la cristalería, si suena la música o si me hablan yo ni salgo ni contesto ni nada. En la mañana o al medio día mas bien, me levanto y busco mi ropa y mis cosas, ¿Donde? en la pista de baile, ¿Donde más?
El stand de música era un cuartito muy bonito, de ladrillo, los músicos casi pasaban desapercibidos y el sonido era fabuloso, el grupo en si era bueno, reforzado por Cuco; un trompetista fabuloso, se sabía que había tocado en México para las mejores orquestas y mariachis pero su carácter le iba cerrando las puertas de todas partes.
En fin, un día el requinto cambió de aires y había que buscar un relevo, lo que se hizo fue publicarlo en el periódico en la sección de "se necesita un" - músico etc etc.
Para entonces ya se habían dado cuenta lo que pasaba los que integraban todo el personal del Oh lala, incluyendo a los dueños y entre los enterados estaba una sra. de nombre Nora que era estudiosa de fenómenos paranormales y esa mañana me llevó unas velas y no se que exorcismos hizo para que yo pudiera trabajar pues me tiraron la cristalería y me encendieron las luces de la variedad y de la pista de baile.
Ese día salí sumamente trastornado hacia la superficie (la calle primera), me atravesé hacia el restaurant de Doña Nora y le conté y también me vio como iba alterado.
- Total esos días el encargado del Oh lala era un comediante muy conocido aquí en Ensenada pues se dedicaba a llevar su show a las escuelas y a las fiestas en que era contratado. Su show consistía primordialmente de un alarde de fuerza física dental - Se ponía una prótesis de cuero en la boca y doblaba una varilla de 1/2 pulg. de diámetro o se ponía en la boca un cinto y levantaba una mesa con una o dos personas sentados en ella, o si tenía espacio jalaba carros hasta camiones con una cuerda a la boca - En fin, decía tener el titulo del hombre más fuerte dental del mundo.
Sentado en la barra, mientras yo terminaba de arreglar la cantina -, platicábamos sobre lo que la Sra Nora nos había propuesto sobre un total exorcismo al salón, cuando llegó un muchacho y preguntó por el puesto faltante en el grupo, el "Gran Damián" nuestro gerente en turno le dijo que aquí era, preguntándole que tocaba a lo que el muchacho contestó "Lo mismo toco, la guitarra o el requinto" dijo cuando en eso se escuchó desde el stand de música, un solo de batería.
- ¡Como si allí estuviera Ringo Star - Un solo, precioso, completo. - Nos quedamos en silencio y yo sentía algo que ya antes había sentido cuando unos nudillos fantasma tocaron la puerta en la que yo estaba recargado en una tétrica noche de hospital.
Luego, el primero en hablar fue el joven músico del que nunca supe su nombre:
- ¿Qué fue eso?
- El viento. Dijo tembloroso el Gran Damián.
- ¡No! Allí no hay nadie y el viento no hace esos ruidos, yo soy músico y muy bueno.
- Vengo huyendo de un lugar con problemas como este allá en Tijuana - y no quiero caer en otro a lo mejor peor.
Esto nos contó:
- En el lugar que trabajaba era un bar de categoría allá en Tijuana
- Una noche conocí a una bailarina muy bella, pregunté por ella a los compañeros y bailarinas pero nadie la conocía. Luego a los días, una vieja trabajadora platicó conmigo y me mostró una foto vieja de una joven bailarina, muy bella. Me dijo que su amante por celos la había matado hace 20 años y que ocasionalmente aparecía en los pasillos del bar.
- Bueno, gracias y ahí se la echan.
Iba subiendo las escaleras cuando se prendieron las luces, ¿De donde? allá de "La pista de baile"
No miento si les digo que a pesar de la ventaja que nos llevaba el músico, lo alcanzamos antes de llegar a la salida - Aunque ya no nos dirigimos ni una sola palabra.
Juan Manuel Solís Solís
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