"La silla vacía"
- Dicen que es bruja - y que tiene pacto con el diablo.
- Fíjense que practica la magia negra, y que implora a Belcebú.
- ¡Ay que miedo! ¿Ya le viste los ojos? ¡Los tiene amarillos! Parecen de lobo.
- Yo no quiero que me toque cuidarla, ¡me va a embrujar!
- Luisa trabajó ayer con ella y hoy no vino porque se puso mal de la panza - tiene fiebre y le duele la cabeza.
- Yo no sé porque la trajeron aquí, si dicen que tiene mucho dinero.
Y es que doña Petrita tenía fama de ser bruja, y de las buenas - O mejor dicho de las malas -. Muchas decían eran sus victimas, ponía males, daba pócimas, - o si de plano querían - venenos - 100% efectivos - Así como de dedicarse a conseguir nuevos, muchos nuevos seguidores de satanás. Pero (si, siempre hay un pero) lo que todos decían era que toda su vida la dedico al mal y a los placeres mundanos.
Hoy amaneció Petrita ya inconsciente, su médico anotó que no podía quedarse sola ni un minuto y no recibiría ni una sola visita.
Cabe aclarar que Petrita, "La bruja negra" tenía su propio cuartito - solo para ella, a parte de su cama, solo una silla era parte del mobiliario. Al termino del día llegó el cambio de turno - La nueva enfermera no conocía a Petrita, por lo que con toda calma y tranquilidad comenzó a poner sus cosas en su lugar.
Al checar la lista de medicamentos y material de curación se dio cuenta que necesitaba algunas cosas por lo que pasando por alto las instrucciones de no dejar sola a la paciente, salió hacia enfermería por lo faltante, cuando regresó y entro al cuarto saludó a una persona que sentado en la silla parecía cuidar a Petrita.
- ¡Oh no! - exclamó la enfermera cuando checando el material algo se le había olvidado. Con un "ahorita vuelvo" se dirigió al sombrío personaje que cuidaba según la enfermera a Petrita. El tipo solo asintió con su cabeza cubierta por un raro sombrero negro.
Al llegar a la enfermería el Dr. que atendía a Petrita y que no había tenido tiempo de checarla por emergencias medicas le pregunto a la enfermera:
- ¿No eres tu la que atiende a doña Petrita?
- Si, contestó la jovencita.
- ¿¡Y qué haces aquí!?" preguntó molesto el doctor. - ¿Qué no te dijeron que ni por un momento Petrita puede quedarse sola?
- No -, contestó la enfermera. - Además no esta sola, esta un señor muy elegante de traje negro y bombin
- ¡Qué! exclamó alarmado el Dr. - ¡Era lo que ella no quería!
Corriendo hacia el cuarto de Petrita se dirigieron y casi al llegar a la puerta oyeron un grito/quejido ronco aterrador.
Cuando abrieron la puerta el doctor corrió a ver a Petrita y la enfermera con la mirada buscaba al visitante y con un grito dijo:
- ¡Doctor, mire! Señalando hacia la silla que se encontraba vacía pero que la parte del asiento se iba inflando, como cuando uno se levanta y el asiento apachurrado toma su forma normal, pero (siempre hay un pero) pero en esta ocasión aparentemente nadie estaba en la habitación...
Petrita "La bruja negra" estaba ya bien muerta con una expresión de pánico impresionante, terrorífica como... ¡Si hubiera visto al diablo!
Juanita, la joven enfermera estuvo varias semanas en tratamiento médico y psicológico.
Y muchos años después me contó esta historia y otras, a lo que yo contesté:
Juan Manuel Solís Solís